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JULIUS
ÉVOLA Y EL NACIONALSOCIALISMO A continuación
transcribo una entrevista con Julius Évola por Elisabet Antevi. Como introducción señalo los puntos que a mi parecer son más interesantes y destacables de la entrevista. A esto le sigue la entrevista completa. Saludos. Ignacio Ondargáin 1- Introducción 2- Entrevista con Julius Évola
1- Introducción En su contestación
a En la respuesta
a PREGUNTA 14. La entrevistadora pregunta: ¿Conoció usted a Gurdfieff?. Évola contesta: “No personalmente, pero creo que era más importante lo que hacía que lo que decía.
No conviene prestar demasiados oídos a los sujetos que han sido algo en la vida. Se corre el riesgo de que aquéllos no tengan
la suficiente cultura para exponer sus ideas o soslayen el verdadero núcleo de su personalidad”. La contestación a De otro
lado, quedaban los vestigios de una sociedad feudal, el prusianismo y sus ambiciones, la nostalgia del Deutsche Ritterorder de los Caballeros de La contestación
a - “En
este medio, opuesto al "populismo dictatorial" del nacional‑socialismo mi obra fue muy bien acogida. Por otro lado,
siendo extranjero e italiano podía decir cosas que hubieran enviado a cualquier otro a un campo de concentración”. Es decir, Évola dice que el núcleo de la oficialidad SS era
“opuesto al populismo dictatorial del nacionalsocialismo”. - Otra frase
a destacar es: “Por otro lado, siendo extranjero e italiano podía decir cosas que hubieran enviado a cualquier otro
a un campo de concentración”. Aquí Évola no nos dice cuáles son esas cosas que en su opinión tanto habrían ofendido
al NS que caso de no haber sido él un extranjero italiano en Alemania habría acabado en un campo de concentración. - También
destacable esta frase donde el mismo Évola resume la concepción evoliana de la raza: “Y,
sin embargo, mi doctrina de la raza no era la misma que la de los alemanes. Su concepción de la unidad ‑equívoca‑
del alma y del cuerpo, los llevaba a determinar las cualidades morales a partir del fondo biológico. La concepción de la raza
corresponde, a todas luces, a la concepción que uno tiene del hombre. Desde el punto de vista tradicional, el hombre no es
"bios", vida, materia animada. Los tres elementos fundamentales siempre han sido el cuerpo, el alma y la mente”.
“Si
es que existen judíos peligrosos, desde luego no son los que habitan en Israel, cuyas gentes trabajan, se organizan y dan
prueba de extraordinarias dotes militares. Los peligrosos son aquellos que habitan en las grandes urbes de Occidente, a los
que la democracia deja libres las manos. Por otra parte, en el caso de que alguien pretendiera hoy replantear la cuestión
judía, llegaría tarde, pues ya no existe”.
Recordar aquí que la existencia del estado de Israel se fundamenta principalmente en la financiación y el desangre de los
estados USA y post-Alemania ocupada. Esta financiación-desangre se produce gracias a En la contestación
a En la respuesta
a Y finalmente
en la respuesta a 2- Entrevista
con Julius Évola. Por Elisabet Antevi 1 ‑Las
ideas de René Guénon, que, por otra parte, usted tradujo al italiano, ¿ejercieron gran influjo en su pensamiento? ‑Sí,
con la salvedad de que Guénon es un brahmán, como dirían en 2 ‑En
La crise du monde moderne éste es, precisamente, el reproche que Guénon formula al hombre occidental: el haberse convertido en un ser de acción
inmediata, olvidándose de los valores espirituales, lo cual, según él, es una de las causas de la decadencia de Occidente. ‑Guénon
admite que al principio había un poder único. Realeza y sacerdocio eran la misma cosa. Se trata de un fenómeno que se ha mantenido
en países como Japón. Luego, Guénon comprueba ‑y yo estoy de acuerdo con él‑ que en un momento dado ambos polos
se separan. Pero, según su idea, la condición normal sería la reincorporación al seno de la antigüedad primordial por medio
de la realeza, la cual, al modo de autoridad suprema, recibiría el crismón de la casta sacerdotal, o sea de Según mis
convicciones, la acción puede integrarse de forma autónoma a la vida espiritual. Estas ideas que expreso están contenidas
en una de mis obras más importantes: Rivolta contro il mondo moderno, publicada
en Italia, en 1934, y un aflo más tarde en Alemania. En ella tuve oportunidad de plasmar todas las luchas entre las fuerzas
referidas, de un lado, a la tradición real, y de otro, a la tradición sacerdotal. 3 ‑También
aborda el tema en El Misterio del Grial. ‑Sí,
quise demostrar que durante 4 ‑Así,
pues, ¿trata usted de descubrir en eso obra
la auténtica tradición de Occidente? ‑Si.
En Por mi parte,
también creo que Occidente se ha orientado hacia la acción; por consiguiente, es más lógico formular una tradición bajo el
signo de la acción que no de la contemplación. A partir
de Rebelión contra el mundo moderno mantuve una correspondencia regular con
Guénon. El siempre me contestaba, pues era un hombre de exquisita cortesía, pese al violento cariz que adopta en el curso
de sus polémicas. 5 ‑¿Cuáles
eran, en resumen, las ideas que exponla usted en su libro? ‑No
era un panfleto, como el título podría inducir a creer; es un título liviano y superficial, como las famosas "contestaciones"
de hoy. En la primera parte, "El mundo de la tradición", tomo como base el estudio comparado de los textos que van desde el
Extremo Oriente hasta 6 ‑¿A
qué llama usted una cierta enseñanza casi impersonal?
‑Seguimos
un mecanismo de involución y no de evolución. Desde el punto de vista espiritual, la historia experimenta un mecanismo de
degradación más que de progreso... 7 ‑...Lo
que escribe usted en Metafísica del sexo: «No es el hombre el que desciende del mono, por evolución, sino que el mono proviene del hombre
por involución." Al igual que piensa usted de Maistre, nosotros también creemos que los pueblos primitivos no son los pueblos
originales, sino vestigios degenerados, crepusculares, nocturnos, de razas más antiguas hoy por completo extintas. ‑Exactamente.
Y mi punto de vista se basa en la doctrina de las cuatro edades, que hallamos en todas las traiciones: hindú, germánica, griega,
etc. Es una doctrina carente de autor, de paternidad y, por lo tanto, impersonal; pero tiene ese carácter de constancia que
descarta la pura coincidencia. 8 ‑Antes
de concentrarse de manera específica en el estudio de las ciencias tradicionales, usted ejerció actividades que hoy llamaríamos
inconformistas. Oriundo de la nobleza romana, de repente se convierte usted en dadaísta. ¿Por qué? ‑En
Il cammino del Cinabro relato ciertos episodios de mi vida, mi itinerario
espiritual. Son anotaciones que hubieran debido aparecer después de mi muerte; pero, por desgracia, mi editor no quiso esperar
hasta entonces. Un oscuro deseo de liberación, de afán hacia un difuso más allá, me impulsó a interesarme en la vanguardia
de la época, por lo que había en ella de anárquico, de anhelo de escapar de los módulos aceptados. En Italia, antes de Así pues,
primero conocí el dadaísmo indirectamente, a través de la revista Dada, impresa
en Zurich y, más tarde, entré en contacto con Tristan Tzara.
9 ‑¿Qué
supuso para usted la experiencia dadaísta? ‑Me
adherí a este movimiento por su carácter de tendencia‑límite y no en tanto que movimiento artístico. Si se pretendía
obrar con seriedad, era imposible mantener eternamente aquella actitud. Uno termina por desandar lo andado, como hicieron
Aragon, Breton y, en parte, el propio Tzara; o bien opta por el suicidio, lo que no deja de ser una solución coherente; o
se prescinde de todo, que es lo que yo intenté hacer, dentro de mis posibilidades. A partir de 1922 me separé de los dadaístas. 10 ‑¿Nació
su interés por la magia en aquellos momentos? ‑Yo
poseía ya una cultura oriental, pero poco especializada. justamente después de mi experiencia dadaísta publiqué mis dos libros
sobre el individuo absoluto, obras que no aconsejaría leer a nadie porque están escritas con la clásica jerigonza universitaria.
Fueron editadas hacia 1930 y cuando quise releerlas, treinta afíos después, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para concluir
la lectura. Pero, por aquellas mismas fechas, también escribí Ensayos sobre el idealismo
mágico, expuestos en la línea de las ideas de Novalis. Por aquel entonces, todo el mundo, en Italia, andaba embarcado
en el neohegelianismo de Croce y otros filósofos italianos. Yo conocía algunas obras de cuya existencia apenas tenían noticia
los propios franceses, como las de Lachelier, Lagneau, Weber. Lachelier, en particular, decía: "La filosofía moderna es la
reflexión que conduce al reconocimiento de su impotencia y a la necesidad de pasar a la acción para resolver sus problenias." 11 ‑¿Y
fue, entonces, cuando fundó usted el grupo Ur? ‑"Ur"
se ocupaba esencialmente de esoterismo. Intentamos organizar un reducido círculo operativo, absolutamente técnico y privado. 12 ‑¿Por
qué ese nombre «Ur"? ‑Esta
apelación puede ser la raíz de la palabra "fuego” pyr en griego, y uro en
latín. También es el prefijo que, en alemán, significa "primordial". Este grupo desarrolló su actividad en el periodo 1928‑1929.
Yo tomaba anotaciones, que luego publicamos en un libro hoy agotado: Introducción a la
magia. 13 ‑¿Qué
entendía usted, entonces, por filosofía de la acción?
‑Cuando
me centré en el estudio de las tradiciones fundamentales, escribí, hacia 1925, El Yoga
del Poder. No se trataba de activismo, sino de una superación de la condición humana. 14 ‑¿Conoció
usted a Gurdfleff? ‑No
personalmente, pero creo que era más importante lo que hacía que lo que decía. No conviene prestar demasiados oídos a los
sujetos que han sido algo en la vida. Se corre el riesgo de que aquéllos no tengan la suficiente cultura para exponer sus
ideas o soslayen el verdadero núcleo de su personalidad.
15 ‑En
una obra reciente, Werner Gerson escribe: «Según se dice, Évola fue consejero oficioso de Mussolini en materia de romanidad
esotérica y de resurrección del Imperio concebido al estilo gibelino. A partir de 1936, fue el director iniciático de un Comité
de Acción para ‑El
tal coronel Fleischauer era un antisemita antimasónico. Yo fui invitado al Congreso de Erfurt en calidad de observador, pero
sin tomar parte activa en el mismo. Por otro lado, allí conocí a los miembros de A diferencia
de R. Guénon, yo no me limité a exponer doctrinas tradicionales, sino que traté de indagar cuáles podían ser las posibilidades
de llevarlas a la práctica. Guénon era un hombre prudente, un contemplativo, que a pesar de oponerse a todas las academias
habidas y por haber, hubiera podido ingresar en Por consiguiente,
analicé las consecuencias que podían derivarse de las doctrinas tradicionales en el sentido de una organización social y política
del Estado. Vistas así las cosas Rivolta contro il mondo moderno puede considerarse
como el texto fundamental de Este panfleto
desencadenó un escándalo. El Osservatore romano, órgano del Vaticano, pidió
explicaciones al fascismo. Hubo una revista católica que publicó como folletín Respuesta
a Satán. Después de todo ese alboroto, en el extranjero empezaron a fijarse en mí, y creyeron que yo era la eminencia
gris del fascismo... 16 ‑Y
en Roma continúan pensando así... ‑Rosenberg
fue el que más. Por lo visto, creyó que yo era su par italiano. Todo era mentira. 17 ‑¿Y
todavía lo es? ‑Atienda.
Rivolta contro il mondo moderno era una obra mucho más seria que este panfleto,
y no tuvo ningún eco en Italia. En aquellos días, la cultura fascista estaba por los suelos. Se gritaba "viva el Duce”
y nadie se preocupaba de las cuestiones doctrinales. Se produjo, entre otros, aquel escándalo de la creación de una Academia
italiana calcada sobre el modelo de En consecuencia,
fue en Alemania donde el libro tuvo gran repercusión. La situación allí era muy distinta. Requeriría demasiado tiempo
analizar las fuerzas en presencia, cuando la génesis del nacionalsocialismo. El hecho más importante era que la cultura alemana,
aparte ciertos matices académicos y pedantes, estaba sensibilizada al mito y al símbolo, al contrario que los italianos, racionalistas
y católicos. En nuestro país, sólo el filósofo Gian Battista Vico, en el siglo XVIII, constituyó una excepición, mientras
que en Alemania el romanticismo preparó el terreno. De otro lado,
quedaban los vestigios de una sociedad feudal, el prusianismo y sus ambiciones, la nostalgia del Deutsche Ritterorder de los Caballeros de 18 ‑Tengo
entendido que conoció usted a Himmler, ¿no es cierto?
‑Sí;
demostró por mí un interés especial. En la última fase del nacionalsocialismo, se produjo un encuentro bastante curioso entre
el ala conservadora, representada en especial por A partir
de entonces, las SS cobraron mayor importancia, y se convirtieron en una especie de Estado dentro de otro Estado gracias
a Himmler, que andaba de acá para allá pregonando las excelencias del orden; de un orden fundado en la idea de la raza. Tuvo
lugar entonces un acercamiento entre el Herrenklub y las SS. A todo lo cual
hay que añadir la importancia que revestía la comisión de En este medio,
opuesto al "populismo dictatorial" del nacional‑socialismo mi obra fue muy bien acogida. Por otro lado, siendo extranjero
e italiano podía decir cosas que hubieran enviado a cualquier otro a un campo de concentración. Y, sin embargo,
mi doctrina de la raza no era la misma que la de los alemanes. Su concepción de la unidad ‑equívoca‑ del alma
y del cuerpo, los llevaba a determinar las cualidades morales a partir del fondo biológico. La concepción de la raza corresponde,
a todas luces, a la concepción que uno tiene del hombre. Desde el punto de vista tradicional, el hombre no es "bios", vida,
materia animada. Los tres elementos fundamentales siempre han sido el cuerpo, el alma y la mente. Por lo que toca a la cuestión
judía, la cosa adquiere matices un tanto especiales puesto que interviene una serie de factores sociales. Pero ser ario no
es patrimonio exclusivo de un pueblo. El concepto de una "raza alemana" es absurdo. 19 ‑¿Podría
usted precisar su ideario a propósito del problema judío? ‑En
El mito de la sangre esbozo el curso de la historia de la raza humana, desde
la antigüedad hasta Hitler. En ella dedico todo un capítulo a los judíos, que corresponde al ensayo, publicado en Alemania
sobre 20 ‑Y,
según usted, ¿cómo se manifiesta esta fuerza destructora? ‑El
judío es un ser desarraigado. El más peligroso no es el hebraísmo tradicional, sino el que carece de patria, de,plataforma
visual. Según el Antiguo Testamento, Jehová prometió a Israel todas las riquezas de la tierra y una vara de acero para gobernar
el mundo. Ahora bien, resulta que este pueblo que se consideró a sí mismo como el pueblo elegido, como el primero, se ha visto
confinado al último lugar, perseguido. Este sentimiento de odio enraizó en el inconsciente y determinó ciertas formas de comportamiento.
Como Marx, creen estar en posesión de una cierta ideología, pero esta desazón deriva de una impugnación profunda de todo lo
existente. 21‑¿Es
en esta acusación formal de la "raza judía" cuando usted entroniza determinados valores tradicionales, como la cábala? ‑No,
por supuesto. En el plano de la tradición sería un tanto frívolo crear oposiciones de esa índole. Sólo las formulaciones son
diferentes. A determinados niveles se produce un acuerdo entre "los que saben". Pero, por otra parte, los judíos oscilan sin
cesar entre su naturaleza primaria, de apetitos groseros, carnales, y sus aspiraciones de redención. Unos optan así,
por el rigorismo ascético y detestan lo carnal; este es uno de los elementos que el judaísmo ha transferido a la religi6n
cristiana. Por otro lado, se dan cuenta de que lo absoluto va en contra de la realidad, y entonces se hunden en esta realidad
pecaminosa, buscando coartadas para proyectar este fracaso en otros pueblos. Con esos
dos ingredientes de su idiosincrasia: el impulso de rebeldía nacido de un complejo de resentimiento, de un lado, y esta Schadenfreude o placer maligno que les produce subrayar la falsedad de los ideales
de otros pueblos, se puede llegar a Freud o a Max Norda.
22 ‑En
tal caso, el ideal de trascendencia que usted propone ¿se opone al análisis freudiano de las profundidades del inconsciente? ‑¡Querrá
usted decir de los bajos fondos! Con una especie de obsesión enfermiza, Freud indaga cuanto de subpersonal hay en el hombre.
Sería preciso psicoanalizar
el psícoanálisis.6 23 ‑¿Y
sus teorías no llevan a Auschwitz? En una conversación que sostuvimos con anterioridad, usted me confesó que condenaba las
atrocidades cometidas por los alemanes. ¿Acaso una cosa no conduce a la otra? ¿No cabría considerar como profético este verso
que usted escribió en 1921: "Somos asesinos de manos carbonizadas que contemplamos el sol?» ‑Al
principio, en Alemania, sólo se pretendía un apartheid. 24 ‑¿De
modo que favorece usted la existencia del Estado de Israel? ‑Si
es que existen judíos peligrosos, desde luego no son los que habitan en Israel, cuyas gentes trabajan, se organizan y dan
prueba de extraordinarias dotes militares. Los peligrosos son aquellos que habitan en las grandes urbes de Occidente, a los
que la democracia deja libres las manos. Por otra parte, en el caso de que alguien pretendiera hoy replantear la cuestión
judía, llegaría tarde, pues ya no existe. Como le decía, opino que es mucho más importante la cuestión de la raza “interior".
Por lo demás, las actitudes por las que se juzgaba indeseables a los judíos se hallan en la actualidad tan extendidas entre
los buenos arios, que sería injusto y carecería de justificación proceder encima a una discriminación. 25 ‑¿Tuvo
usted amigos de raza judia? ‑Sí;
sobre todo amigas. Si ha leido usted Sexo y carácter, de Weininger, comprenderá
el porqué. Weininger, cuya obra traduje al italiano, es un judío que procesa a los demás judíos. Ante todo, señala, es preciso
determinar con carácter previo quién es judío, del mismo modo que se establecen las propiedades del triángulo sin tener en
cuenta el triángulo de la realidad. Luego, según ese esquema, hay que examinar en qué grado se halla extendida la condición
de judío. Los judíos siempre han tenido necesidad de sobrevivir y de saber mentir. Ahora bien, Weininger, que pertenecía a
esta raza de ascetas a que antes me refería, y que consideraba a la mujer como un instrumento del diablo, realiza una extraña
comparación entre la mujer y el judío: el hombre es a la mujer, dice, lo que el ario es al judío. La mujer miente como miente
el judío, y, por lo tanto, nadie es mujer a tan justo título como la hembra judía. También profesé
una gran estima a Michélstaedter, hijo de un judío de Goritzia, autor de un libro sobre la filosofía de la idea pura. Al igual
que Weininger, se suicidó a los veinticinco años, y su sobrino, amigo mío, también se suicidó a la misma edad. Teniendo en
cuenta su dualismo, estos seres atravesaban una profunda crisis, y terminó por producirse un chispazo, un cortocircuito. 26 ‑Volvamos
al capítulo de sus relaciones con Mussolini. ‑Durante
la época en que yo pronunciaba conferencias en Alemania, Mussolini empezó a interesarse por el racismo. Por tres razones: *Italia había
conquistado Etiopía. Se trataba de fomentar una especie de orgullo nacional entre los colonos italianos para evitar el mestizaje.
Este tipo de racismo se parecía menos al racismo fanático alemán que al racismo sutil que los ingleses practicaban en sus
colonias. *En segundo
lugar, Mussolini se dio cuenta de que una revolución no pasaba de ser una humorada sin la imagen previa de un hombre "nuevo",
Il nuovo Italiano. Todo ello, partiendo de la base de que si se inculca una
idea de forma sistemática y pertinaz, ésta termina por ejercer una influencia en la realidad física. justo al
comenzar la guerra, Mussolini leyó mi Síntesis de una doctrina de la raza, obra
en la que yo exponía las teorías que antes había explicado en Alemania, y me mandó llamar. Aquello fue en verano, y por esa
época yo tenía la costumbre de recorrer los glaciares en compañía de algunas muchachas, sin dejar ninguna dirección. Cuando,
al fin, fui conducido a presencia de Mussolini, éste me espetó todo un discurso en presencia del ministro de Cultura Popular
para felicitarme y pedirme que colaborara con él. Yo le dije: "Pero Duce; yo no soy fascista” pues es lo cierto que
jamás he estado afiliado a ningún partido, y tanto en Italia como en Alemania, me limitaba a prestar mi apoyo a los movimientos
en los que tenía esperanzas de poder inocular fuerzas positivas. 27 ‑¿Y
cuáles eran, en su opinión, estas posibilidades positivas? ‑Todas
se hallan expuestas en El Fascismo. Ensayo de un análisis crítico desde el punto de vista
de la derecha. Escribí este
libro pensando, sobre todo, en los alemanes ‑proseguí diciendo al Duce‑; pero puesto que usted aprueba las ideas
que en él se exponen, tal vez sería útil ejercer a nuestra vez, un influjo sobre los alemanes. No hay ningún pueblo europeo
de raza pura; por lo tanto, se trataría de realzar el elemento dominante como configurador de los restantes. Con este criterio
se planteó en Alemania el mito de 28 ‑¿Cuál
era la posición de Himmler? ‑Las
SS pretendían adueñarse de los centros neurálgicos del Estado, lo que provocaba una tensión entre ellas y el partido nazi. 29 ‑¿Qué
impresión le causó? ¿Qué aspecto tenía? ‑Feo.
De corta estatura, usaba quevedos, rostro mongólico. Jamás lo habrían admitido en el cuerpo de haberse presentado voluntario.
30 ‑¿Y
Mussolini? ‑Cuando
tenía que entrevistarse con alguien, en un plano no estrictamente político, procuraba documentarse y asimilar unos cuantos
conocimientos que le permitieran salir del paso. Así, mientras yo hablaba, él manifestó su entusiasmo, diciendo: "Estos tres
'grados de la raza se corresponden por entero con los de Platón en su República: en
la base de la pirámide se encuentra la masa, que el caudillo necesita; en segundo lugar, los guerreros, la fortaleza de ánimo
y, por último, la raza superior: los pensadores y los artistas". A lo que yo repuse: "Un momento, Duce; Platón situaba a los
poetas en la base de la pirámide" No volví a verlo hasta su liberación en el Gran Sasso por Skorzeny. Por aquel entonces,
yo me encontraba en el cuartel general de Hitler en compañía de otros italianos. Por mi parte,
me distancié del movimiento fascista en el momento en que se procedió a instaurar una república socialista, pues yo era, ante
todo, antisocialista y monárquico. Luego fui herido, y sólo asistí de lejos al final de los acontecimientos. 31 ‑¿Se
desinteresa usted, hay, de la evolución del mundo?
‑No,
en absoluto. Se me considera como el enemigo público número uno de
la democracia y del comunismo, y todavía soy más intransigente que antes. En Los hombres
y las ruinas planteó la idea fundamental de la gran tradición europea ‑más allá de la oposición fascismo-antifascismo‑,
los principios de autoridad de un poder legítimo y la forma y las condiciones de la unificación europea. Escribí este libro
para los hombres que todavía se sostenían en pie entre las ruinas. El prólogo está escrito por el comandante príncipe Borghése,
jefe de los servicios especiales de la marina, quien, durante la guerra, se dedicó a hundir, con sus hombres rana, acorazados
ingleses en el puerto de Alejandría. 32 ‑Dejando
a un lado los libros, ¿mantiene usted contacto con los movimientos de extrema derecha? ‑Hace
unos años surgió la posibilidad de instaurar en Italia un gobierno tradicional de, signo conservador. En efecto, se fundó
un "Movimiento social italiano", integrado en parte por antiguos fascistas, pero también por gente joven, que son los que
combaten el comunismo en la calle y en 33 ‑¿Mantienen
algún contacto con el NPD alemán? ‑No.
Almirante, que sucedió a Michelini en el mando, aboga por una cierta autonom,a. Pero otro grupo, "Ordine nuevo” ha adoptado
por entero mis ideas. Nuestra tentativa para publicar una revista llamada reaccionario
acabó por irse al traste. 34 ‑Dado
que es usted un inconformista integral, ¿es partidario de la "revolución sexual"? ‑Siempre
he pugnado contra los tabúes burgueses y jamás contraje matrimonio; pero el movimiento de que me habla es una aberración.
Wilhelm Reich, Fromm, Luigi Demarchi, que elaboraron las primeras teorías, querían hacer de la sexualidad un elemento para
consumo de las masas, democratizarlas. Reich estima que todo lo sadomasoquista es perversión; cosa que no es cierto. El sadomasoquismo
es perversión cuando condiciona una experiencia; pero puede ser uno de los aspectos fundamentales de la misma. Reich habla
de un complejo de Nirvana, según el cual, el impulso destructor sería producto de la represión; cuando la carga sexual se
halla demasiado comprimida, esta impulsión tiende a manifestarse. Creo, por el contrario, que en toda experiencia sexual auténtica,
hay que pensar en la iniciación mística. La verdadera fórmula de una unión, incluso profana, radica en el famoso Cupio dissolvere et dissolvi, destruir y destruirse. So pretexto de valorizar el sexo,
se le primitiviza y pierde todo su impacto mágico y sagrado.
35 ‑Al
igual que Wilhelin Reich, aunque en el bando opuesto, su visión del sexo se convierte en el núcleo en torno al cual cristaliza
su Weltanschaung, ¿no es as!? ‑En
efecto. En esta materia, como en todas, la máxima puede ser: "Me permito todo aquello a lo que puedo renunciar." Si uno está
seguro de su poder, no existen barreras. Pero sólo en ese caso. 36 ‑¿Hay
en su sistema, un puesto para la homosexualidad? ‑Es
la consecuencia o resultado tipo de la vía democrática. Para Reich, la homosexualidad, como las restantes perversiones, es
algo lícito. Y conste que no las llamo perversiones desde un punto de vista moral, sino metafísico. Aparte de la homosexualidad
biológica ‑lo que Magnus Hirschfeld llamaba 37 ‑El
filósofo Raymond Abellio, que distingue la "mujer original" de la "mujer última", le reprocha el que sólo tenga usted en cuenta
la "mujer absoluta"... ‑Es
un simple punto de vista. Como ocurre con el triángulo absoluto del que parte Weininger para estudiar la naturaleza de todos
los triángulos de la realidad. Es posible subrayar el papel que corresponde a la mujer si recurrimos a los postulados alquímicos.
El grado supremo es un grado al que la mujer no puede acceder ‑también los derviches islámicos dan fe de ello‑,
lo cual, por otra parte, a ella le tiene sin cuidado. Según el esquema de la gran Obra hay que recorrer las tres fases del
negro, blanco y rojo. La primera es el régimen de Saturno; la segunda, la de 38 ‑En
tal caso, esa ascensión está reservada a una élite. .,.
‑No
es posible democratizar el sexo ni la magia, los cuales, por otra parte, están estrechamente unidos. En 39 ‑En L'Arco
e ‑Quiero
decir, con ello, que no basta con liberar el sexo, sino que es preciso liberarse del
sexo; liberarse de una persona en el plano sexual es una realización superior En parte, encontrará usted ejemplo de ello en
Histoire d'O. La noción de familia, tal como se entiende hoy, es otra cosa
absurda, un proceso de disolución. Con tal de que la emancipación de la mujer no sea una mera emancipación, necia y destructora,
en el dominio de lo práctico, sino que se trate de una independencia interna, la pareja cobra un aire de dignidad que respeta
la individualidad de cada cual, sin dejar de mantenerla unida en el terreno de la sexualidad. Para la mujer que entiende así
la unión, ' el problema más bien radica en virilizarse mediante el dominio interno y en renunciar a preservar su feminidad.
Ambas cosas no se consiguen con facilidad; pero es el supuesto ideal. 40 ‑Simone
de Beauvoir ha escrito un libro en que una "invitada" se introduce en la pareja. ¿Cree usted que una "invitada" puede destruir
el núcleo de una pareja? ‑No,
siempre y cuando el hombre y la mujer no sean cartas de un juego que se apoyan unas contra otras, sin consistencia propia.
En este caso ideal, uno puede permitirse algunos "Seitespriinge”, ciertas diletancias. Pero cuando no se está seguro
de uno mismo, entonces conviene amar a varias personas, al objeto de no ligarse a una sola. 41 ‑Usted
habla con frecuencia del tantrismo... ‑La
disciplina interior del tantrismo no apunta de forma exclusiva hacia el otro mundo, sino hacia todo género de cosas, y sabe
obtener un antídoto para cualquier veneno, lo cual es aplicable a la sexualidad, pero, también, a todos los restantes campos. |
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