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“No
bastan los libros que hayamos leído, ni las teorías ajenas que hayamos querido incorporar a nuestras vidas, ni
haber recorrido los caminos polvorientos y gastados que otros hayan caminado antes que nosotros. Ninguna, absolutamente
ninguna de esas verdades (o mentiras, eso ya lo veremos) serán propias, si no las incorporamos a través de la propia experiencia,
que es, en definitiva, el significado de la acción y es, como dije antes, poner en contacto lo que se sabe con lo que uno
Es. Cuando logramos esto, llegaremos también a otro estado: el de la comprensión de la acción, no sólo su mero conocimiento.
Esto nos pasa en la vida de diferente manera, pues la mayoría conoce, pero son muy pocos los que " comprenden". (LAURA
CARRARA)
El ser humano es
un compuesto de varios elementos autónomos que en su interacción dan forma tanto a la mente como al mismo ser biológico y
su manifestación o comportamiento externo.
Existen diferentes
campos de manifestación humanos, cada uno de los cuales tiene, como decimos, una dinámica propia que a su vez interactúa con
los otros niveles o esferas del ser:
- La mente material
es la máquina ordenadora práctica que cuadra las ideas y las encasilla;
- Los
sentimientos del nivel humano y los deseos se hallan vinculados con el cuerpo astral;
- El cuerpo energético,
que es la carga vital;
- El cuerpo
físico.
La mente material
recoge a lo largo de la vida multitud de conceptos aprendidos de padres, amigos, colegio, estudios, experiencias personales
y lecciones recogidas a lo largo de la vida... Muchas veces en el transcurrir de los años hemos ido adoptando conceptos erróneos
que nos hacen equivocar los pasos. Entonces, si tenemos la suficiente integridad, un resorte de la mente nos avisará de que
algo no va bien, surgiendo conflictos interiores, complejos, sensaciones caóticas... Son crisis personales que muchos seres
humanos pasan a lo largo de su vida. Hoy día la psicología y la psiquiatría moderna “solucionan” esto con filosofías
decadentes con las que tratan de calmar al paciente, anular su espíritu de rebeldía y desdibujarle la realidad de que es un
esclavo que vive en una cárcel... Finalmente lo drogarán con pastillas narcotizantes que literalmente matan y destruyen la
persona convirtiéndola en un zombi, un “buen ciudadano”, un demócrata.
Yo creo que,
cuando se nos plantea una de estas crisis hay que saber atender esa voz que surge de los más tenebrosos abismos y tener la
valentía de conocerse a sí mismo hasta las últimas consecuencias. Sólo de esta forma podemos destruir el Nudo Gordiano que
nos ata a la caverna y nos impide salir de ella.
El espíritu es el
centro inexistente que en la intimidad de uno mismo se percibe a “sí mismo” como INMUTABLE; es un ser que siempre
ha estado AQUÍ, un presente atemporal:
desde que
eras un crío hasta hoy mismo sigues siendo ese mismo ser que un día vino aquí desde más allá de las estrellas. Es “inexistente”
porque no es de este mundo, no es de esta materia ni de este tiempo-espacio, pero es más real que todo lo que pueda haber
sobre este universo.
Al entrar en la
manifestación espacio-temporal el espíritu refleja inmediatamente dos cuerpos o campos de manifestación: la consciencia y
la mente abstracta, lugar donde se proyectan El Mito y el anhelo de los reinos superiores.
El sentimentalismo
humano y los deseos del ser animal ligan al hombre al devenir mientras El Mito llama al hombre hacia lo superior.
Un cuerpo
físico-energético enfermo y con sensaciones viciadas y morbosas es una carga para el espíritu que lucha por liberarse. Por
esto vemos la importancia que dan Esparta, la Grecia olímpica o el Tercer Reich a la vida sana y al cuerpo fuerte y vigoroso,
favoreciendo el deporte, atletismo, alpinismo... (No así en el catolicismo con sus formas amaneradas y
sus discursos de reivindicación y exaltación de la enfermedad y la degeneración físico-mental).
Adolf Hitler dice
en MI LUCHA:
“Debido a que la condición esencial para la capacidad de realizaciones espirituales es la
virtud racial, la educación debe tener en mira, en primer lugar el perfeccionamiento físico, porque es en los individuos sanos
y fuertes donde se encuentra la mayor capacidad intelectual. No desmiente nada esa verdad el hecho de que muchos genios son
físicamente malformados y hasta, incluso, enfermos. Se trata, en estos casos, de excepciones, que apenas confirman la regla
general. Si la masa de un pueblo está compuesta de degenerados físicos, muy raramente surgirá de ese pantano un espíritu realmente
grande. De su comportamiento no es lícito, en ningún caso, esperar gran cosa. Esa masa inferior, o no lo entenderá en absoluto,
o será tan débil de voluntad que no logrará acompañar al genio en sus altos vuelos.
Fundándose en esta convicción, el estado racista no limita su misión educadora a la mera tarea de insuflar conocimientos
del saber humano. No, su objetivo consiste en primer término, en formar hombres físicamente sanos. En segundo plano
está el desarrollo de las facultades mentales y aquí, a su vez en lugar preferente, la educación del carácter y, sobre
todo, el fomento de la fuerza de la voluntad y de decisión, habituando al educado a asumir gustoso la responsabilidad
de sus actos. Sólo después de todo esto viene la instrucción científica.
El estado racista debe partir del punto de vista de que un hombre si bien de instrucción modesta, pero de cuerpo sano
y de carácter firme, rebosante de voluntad y de espíritu de acción, vale más para la comunidad del pueblo que un superintelectual
enclenque.
Un pueblo de sabios, físicamente degenerados, se vuelve débil de voluntad y se transforma en un hato de pacifistas
cobardes que nunca realizará grandes hazañas y ni incluso podrá asegurarse la existencia en la tierra. (...)
Lo que hizo imperecedero el ideal de la belleza griega fue la armonía entre la perfección física, espiritual
y moral.
El refrán popular, según el cual “la felicidad, a fin de cuentas, se reserva siempre a los más capaces”,
también se puede aplicar a la armonía que debe existir entre el cuerpo y el espíritu. El espíritu sano generalmente coincide
con el cuerpo sano”.
Además de los cuerpos
o compuestos que forman el ser humano a nivel individual y que por sí mismo actúan de forma autónoma si bien siguiendo entre
sí ritmos paralelos, existen además numerosos campos de fuerza globales interconectados que actúan continuamente sobre y en
cada ser humano incluyéndolo en una gran red colectiva que le condiciona de forma inconsciente pero casi definitiva. Son los
“ríos que fluyen al mar... que es el morir”. Es la rueda del tiempo del mundo.
Aquí el sentido
de la esvástica sinestrógira y de la ciencia mágica del Tercer Reich.
Saludos!
Ignacio
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